lunes, noviembre 15, 2010

¿Qué debemos pedir de un curso virtual? ¿Cómo saber si un curso on line es bueno?

Pareciera que, así como en este país hay 40 millones de DT, también hay 40 millones de “expertos en e-learning”.  Y cualquiera que ha dado una clase sobre algo y, mínimamente conoce algo sobre virtualidad, se siente capacitado para “dar” un curso virtual. Ya lo decía Fabio Tarasow en su “Soplar y hacer Moodles”. 

 Muchas veces mis amigos me preguntan si conozco a tal o cual profesor o a tal o cual institución, antes de inscribirse en un curso on line.  Lamentablemente, si uno no ha realizado “ese” curso, con “ese” profesor es difícil saberlo a priori. Ya que hay mucha variedad de calidad, a veces, incluso entre la oferta  de una misma institución.
Pero, una vez inscriptos, sí podemos pedir, y hasta exigir, ciertos parámetros. ¿Qué le pido yo a un curso? 

En primer lugar, tecnología amigable. Es decir, que el curso sea fácil de navegar, que se puedan tener abiertas a la vez varias pantallas, que no haya que ir siempre al inicio para encontrar algo. Y también, coherencia en cuanto a la tecnología. He visto Ayudas para el curso” en un archivo PDF que lo primero que dicen es “Para leer este documento primero descargue Adobe Acrobat…” Sin palabras. En cuanto a coherencia, si el curso refiere a uso de nuevas tecnologías, tampoco es admisible que se ofrezcan solo textos, y se obvie el uso de videos, presentaciones y otros recursos digitales de la Web 2.0. Y, por supuesto, que los enlaces lleven a dónde deben y que no haya constantemente “glitches” al abrir pantallas.
En cuanto a los contenidos y bibliografía, que estén actualizados. Nada se vuelve obsoleto más rápidamente que la tecnología. Si bien hay obras de hace 10 años de autores reconocidos que pueden ser pilares para el conocimiento, no es admisible que la mayoría de los recursos ofrecidos tengan más de 4 años.  Y que sean pertinentes. No sirve si el tema es “Nuevas competencias docentes” y la bibliografía no aporta elementos de didáctica o pedagogía con TIC. O si el curso aboga por el aprendizaje colaborativo y todas las actividades son individuales, solo con diálogo privado entre profesor-cursante.

En cuanto a la organización del curso, que vaya de menor a mayor, de lo general a lo particular, que tome en cuenta saberes previos de los participantes en los que se puedan anclar nuevos conocimientos, que no “salte de un tema a otro”. Si bien en las TIC hay mucho original y absolutamente novedoso, es ridículo comenzar por la producción de videos si antes los cursantes no han gestionado presentaciones digitales, por ejemplo. O que se pida la creación de un blog antes de que manejen bien textos e imágenes en foros.
En cuanto a tutoría… ¡ay la tutoría! Lo más importante: que haya pre-sen-cia del tutor. Constatar si el tutor se toma más de 48 horas para responder correos, o si se toma más de 3 días para dar retroalimentación, sobre todo en actividades correlativas que necesiten la corrección anterior para seguir… Y eso nos lleva a las devoluciones tutoriales. Considero inadmisibles las del tipo “¡Muy bien! Sigue así!”, sin dar razones de lo calificado. O, contrario sensu, las que dicen “Rehacer” sin indicaciones de lo errado. 
Tampoco, (¡y en cuántos cursos lo sufrimos!) es admisible un tutor que se centre en medio del proceso y admita como válidas solo sus opiniones y sus verdades. O aquel que no dé soporte a los problemas que surjan con la tecnología.
Nos quedaría revisar el punto “Metodología y Actividades propuestas”. Pero eso da para otro post.
¿Qué les digo a mis amigos?  Si ya se inscribieron y encuentran muchas de estas fallas, no se queden en silencio maldiciendo los $400 o más que pagaron. Escriban a las autoridades de la institución que ofrece el curso y adviértanlas de estas fallas.  Es la única manera de que los cursos puedan tener la calidad que deseamos y que se les corten las alas a tantos “expertos” que andan sueltos.

1 comentario:

Marinés dijo...

Coincido totalmente.
Hay cursos a distancia que solo presentan libros,
y no tienen casi material específico construido en su entorno.

Marinés