sábado, mayo 02, 2009

¿Cómo prepara la escuela para el trabajo?

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En Los pilares de la educación del futuro Juan Carlos Tedesco dice: “La organización actual del trabajo tiende a reemplazar las tradicionales pirámides de relaciones de autoridad, por redes de relaciones cooperativas. En este esquema, todas las fases del proceso productivo son importantes y el personal, en cualquier nivel de jerarquía que se ubique, juega un papel crucial. El concepto de "calidad total", que orienta las transformaciones en los actuales modelos de gestión, supone una relación mucho más igualitaria que en el pasado entre los que se incorporan a las unidades productivas”.

Y más delante “A partir de este punto de apoyo teórico, (Aprender a aprender y Aprender a vivir juntos han sido postulados como los dos pilares que expresan los nuevos desafíos que debe enfrentar la educación en el marco de las profundas transformaciones que vive la sociedad en el informe Delors) es posible postular algunas líneas de trabajo pedagógico. En primer lugar, obviamente, todo el análisis efectuado hasta aquí pone de relieve la importancia que adquiere la introducción de los objetivos de cohesión social, de respeto al diferente, de solidaridad, de resolución de los conflictos a través del diálogo y la concertación, en las prácticas educativas”.

Esta sería la teoría… pero… 



En un trabajo que mi marido realizó para uno de sus postgrados interrogó a jefes de recursos humanos de algunas empresas sobre el porqué de pedir “secundaria completa” a los aspirantes a playeros de estaciones de servicio, repositores de súper, mucamas de hotel u operarios de fábrica. Una vez cribadas las respuestas consideradas “políticamente correctas” (porque saben computación, porque se supone que escriben correctamente, porque se presentan prolijos y limpios a trabajar) emergen otras mucho más significativas: porque están acostumbrados a obedecer sin protestar, porque no se rebelan tanto contra los jefes, porque son cumplidores de lo que se les manda, porque son más responsables, porque saben cómo comportarse ante la autoridad, porque acatan lo que se les ordena, porque en un conflicto en su mayoría se ponen del lado del patrón para conservar el trabajo… y otras escalofriantes respuestas del mismo tenor. Horroriza pensar que, más allá del discurso, son éstas las actitudes que el imaginario popular considera las mejores enseñanzas de la escuela.

En lugar de formar ciudadanos libres, creativos, críticos y pensantes, que, incluso son postulados de la sociedad moderna, pareciera que la escuela, con su cultura fordista, sigue formando “ciudadanos funcionales al sistema”, el ideal naturalizado de “buenos obreros” funcionales a lo que los patrones piden de un empleado, siguiendo el modelo industrial. La escuela reproduce una y otra vez los modelos de la sociedad en lugar de ser agente de cambio.

¿Será otra asignatura pendiente la preparación para el trabajo en la sociedad post-industrial o del conocimiento?

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